Autora Helen Headrick | Ilustrador Philip Goudeau
Traducido por Daisy Garcia Montoya

Nunca mire el sol directamente sin lentes de eclipse

Los eclipses solares han ocurrido por millones de años y así continuará. Los dinosaurios no dejaron registros de estos eventos pero humanos sí, y esos registros reflejan su propias influencias culturales. El eclipse más antiguo de la historia, registrado en el año 3340 a.C., puede estar representado en los petroglifos del monumento megalítico de Loughcrew, en el condado de Meath (Irlanda). Los petroglifos son grabados en la roca, y los del monumento presentan círculos concéntricos superpuestos.

Otras culturas tienen sus propias tradiciones. Loki no siempre fue un personaje de Marvel Comic. En la cultura nórdica, era un bromista peligroso al que los dioses encadenaron, pero que se vengó creando un gigante con forma de lobo que se tragó el Sol, hundiendo al mundo en la oscuridad. 

Los antiguos registros chinos de eclipses retroceden a hace 4,000 años y predijeron con exactitud los eclipses del año 204. La creencia común sobre eclipses era que un dragón se tragó el Sol. La gente tocaba los tambores, gritaban y hacían ruidos para espantar al dragón. Como el Sol siempre regresa, este método aparentemente funcionaba. En el lenguaje Chino, el término para eclipse es “shi” que también significa “comer”. 

Una tribu Nativa Americana, los Pomo, que tradicionalmente residen en California, también tienen un nombre para los eclipses solares basado en su visión de lo que causa este fenómeno. El nombre es “Sol que fue mordido por un oso,” porque en su creencia, un eclipse es causado por un oso que toma una mordida del sol durante una pelea.

Independientemente de la cultura, la mayoría de los pueblos antiguos temían los eclipses solares, pero no todos. La gente Batammariba de Togo y Benin creen que el Sol y la Luna están peleando durante un eclipse. Los nativos usan el tiempo del eclipse como una oportunidad de resolver pacíficamente las diferencias y ofrecerse uno al otro señales de paz.

Sin razonamiento científico sobre eclipses, estos eventos usualmente eran interpretados como señales de desastres. La población trataba de espantar lo que sea que era que se estuviera comiendo el Sol, prometiendo mejor comportamiento a los cielos o escondiéndose detrás de edificios y cortinas. Ahora que la ciencia es entendida, los eclipses solares son anticipados, celebrados y estudiados.